Las patas de traseras eran algo más largas que las delanteras y aunque no se ha encontrado ningún cráneo para poder estudiarlo, se cree que eran similar al del Apatosaurus Louisae, con unas vértebras para ambos lados, que le ayudaban a mantener un cuello muy grande y también ancho, típico de los saurópodos. Su cola era delgada y sus costillas largas, así como sus huesos y extremidades eran robustas. Sus patas eran fuertes y solamente tenían una garra en la parte de delante. En la parte de detrás tenían garras en tres dedos.

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Antiguamente se creía que los saurópodos en general, dónde se engloba el Brontosaurus, eran unos animales tan enormes que eran incapaces de soportar su peso en la tierra y es por ello que se consideraba que vivieron en zonas en las que podían sumergirse, o con agua, como por ejemplo los pantanos, pero tras varios hallazgos recientes se ha descartado esa evidencia y se cree que fueron animales totalmente de tierra.

Tenían unos cuellos largos que les permitían comer de los árboles más altos, aunque en algunos casos se ha apuntado que no les era posible moverlos con tanta facilidad, pero más tarde se ha desmintió esta afirmación y se cree que son animales con unos cuellos muy flexibles. Se cree también que eran animales capaces de correr entre 20 y 40 kilómetros diarios pudiendo llegar a hacerlo hasta a 30 kilómetros por hora. No tenían mucha musculatura y sus zancadas no eran muy eficientes por lo que sin duda no eran los dinosaurios más rápidos que existieron.

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Además, la garra con la que contaban en la parte de delante se cree que era para defenderse según algunas teorías, mientras atendiendo a otras se piensa que la utilizaban para alimentarse, aunque lo más seguro es que la utilizaban para poder engancharse de diferentes lugares, como por ejemplo el tronco de un árbol cada vez que se ponían de pie para alimentarse.